MI HISTORIA:
Yo no uso drogas, pero el abuso de sustancias me ha afectado toda la vida. Mis padres biológicos tomaban drogas y terminaron siendo incapaces de cuidar de mí. Una pareja local me acogió. Pero ellos también tenían problemas con las drogas. Con el tiempo, su consumo se hizo frecuente y peligroso. Servicios Sociales me sacó de la casa.
Durante años, tuve que ir de pariente en pariente. Mi vida se volvió muy inestable. Más tarde, mis padres quisieron que regresara, pero no pude vivir con ellos otra vez. Fue difícil verlos heridos, porque no pudimos vivir juntos.
Tenía 15 años la primera vez que alguien me ofreció hierba. Trabajaba a jornada parcial en un local de comida rápida y mis compañeros llegaban a menudo drogados. Eran mayores que yo, y me ofrecían dejar comestibles en mi auto a cambio de dinero.
Creo que querían ser sociables y pasar tiempo conmigo, pero también creo que me veían como el “niño bueno” y querían presionarme para que “me relajara”. A veces me preocupaba herir sus sentimientos, pero siempre rechacé la oferta.
El consumo de sustancias ha alterado para siempre mi relación con las figuras paternales. Ha afectado a mi capacidad para querer y confiar en la gente, y para encontrar estabilidad en mi vida. He visto de primera mano cómo el consumo de drogas de una persona termina repercutiendo en toda su familia. Así que no quiero jugar con ninguna sustancia.
MI CONSEJO:
Si dices que no cuando alguien te ofrece drogas o alcohol, puede parecer que rechazas algo. Pero lo que realmente haces es aceptar la oportunidad de un futuro mejor. De hecho, haces algo positivo para ti mismo.